“En la abstracción de Florez de Uria se han fragmentado realidades, se han remarcado líneas en otro sentido al que debían. La transición se descoyunta por completo en sus ritmos narrativos. Y sigue con su atmósfera geométrica de desequilibrios, al dictado de la incorruptible ley de los matices, perfila, difumina, rectifica y añade”.
Su obra trasciende al espectador no solo por su colorido y onirismo, sino por toda una simbología y formas que incitan a desentrañar su universo.
Se desenvuelve entre el expresionismo más feroz y una sutil melancolía que entremezcladas hacen que sus obras adquieran contrastes inesperados.